El Proceso, las Luces de otoño y la Roca



Ya casi entra el invierno, pero en los árboles aún es otoño
son estos colores de Noviembre en Cuenca que me traen aquí de vuelta,
en este lento y dulce reencuentro con los amigos y con la roca.


Han sido muchas cosas juntas las que me han mantenido en el dique seco este año con respecto a la escalada, pero los últimos seis meses la principal ha sido una potente luxación en el hombro.

En Junio pasé un fin de semana precioso iniciándome con la piragua en el Alto Tajo, llevaba meses casi sin escalar liada con el curso y el trabajo con Pilates. Un poco saturada andaba desmotivada con la escalada y de pronto aquello fue un chute, volví a removerme por las noches, a dormirme y a despertarme analizando los movimientos y las sensaciones del cuerpo y del agua en la piragua, soñando que sabía remar, estaba emocionada deseando volver.

Organizamos un finde, Goin estaba preparando un curso de iniciación y quería recorrer otro tramo del río para ver si lo incluía.
Resultó ser bastante tranquilo, un dulce deslizar río abajo con pocas posibilidades para practicar y aprender.

El domingo, como una cría, vamos a hacer algo más animado porfiiiiiii.. Jiji, aquí ya se me volvieron a poner "ojos de merluza", esto es a punto de salirse de las órbitas. No era difícil, solo III, pero.. Antes de cada paso escuchaba con atención las indicaciones que me daban e intentaba reproducirlas con el cuerpo. En los tramos más suaves aprovechaba para sentir el agua, aprender a dar paladas algo más eficientes y no bajar girando como una peonza.

Al fin empezaba a relajarme un poco y a disfrutar, Goin andaba un pelín inquieto porque al río le faltaba agua y estaba un poco más técnico, me lo comentó, "está ratonero hoy el río", "en este saltito entra paleando fuerte y pégate un poco a la izquierda que hay una roca en el centro".. eché el cuerpo adelante e intenté remar con fuerza y ceñirme a la izquierda, al principio la sensación fue muy chula, pero de pronto sentí que la piragua tocaba con algo y cambiaba rápidamente de dirección, al instante siguiente estaba cabeza abajo entre la piragua y una roca, unos segundos "de cómo se salía de aquí??" y cuando fui a nadar el brazo izquierdo no obedeció.. se me ha salido el hombro, mierda!!!!
Ahora no, ahora no, el examen de pilates!!!! las vacaciones!!!! joder cómo duele!!!!!

Cuando me dí cuenta de lo que suponía pasé dos días llorando desconsolada, pero me puse a trabajar inmediatamente para recuperarlo, se convirtió en una oportunidad para aprender, para aplicar los conocimientos teóricos que estaba recibiendo.
Los primeros días trabajé sobre todo a nivel neuromotor, apenas lo podía mover y me dolía muchísmo, así que solo imaginaba los movimientos y hacía cosas muy pequeñitas y propioceptivas. El dolor fué remitiendo y empecé a trabajar para recuperar rango de movimiento y la conciencia escapular, movilizaba el omóplato cuidadosamente para que la articulación encontrara la mayor congruencia posible en cualquier posición del brazo. Aún tenía puntos concretos de dolor muy fuerte y limitación, acudí a un buen osteópata y resultó que el nervio, el plexo braquial, lo tenía atrapado, así que añadí movilizaciones neurales. Hace un par de meses me dieron los resultados de la resonancia, el manguito de los rotadores "dentro de la normalidad", pero el rodete roto y arrancado en la mitad anterior de la articulación, la cápsula rota, edema óseo en la cabeza del húmero por el impacto y algún ligamento roto, solo confirmaba lo que yo ya sentía, inestabilidad. De nuevo me dio un bajón, otros dos días desconsolada.

Gracias al apoyo de Goin y a la desbordante pasión y motivación de Lola me dejé las lamentaciones y volví a la faena, empecé a trabajar la estabilidad escapular, sin perder de vista lo demás.


Aunque he salido algún día suelto antes a probar sensaciones, llevo cuatro fines de semana escalando de continuo, aún con poca confianza en mis fuerzas, el hombro me canta a veces, cuando llora paro. Centrada en disfrutar y en optimizar los recursos que tengo, estoy feliz de volver a tocar la roca y a disfrutar de la buena compañía en el monte.